Afganistán: Encuentran 10 cadáveres de aldeanos cerca de una base de las fuerzas especiales de EE.UU

Original en Español07 de noviembre de 2013
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    Hace aproximadamente seis meses, el ejército estadounidense fue obligado a abandonar una base militar en la provincia afgana de Wardak. Ahora, en las cercanías de esta base, se han encontrado los cuerpos de 10 aldeanos afganos. Se trata de personas que estaban desaparecidas luego de haber sido detenidas por las Fuerzas Especiales estadounidenses. La base era utilizada por una unidad conocida como “The A-Team”, a la que también se ha vinculado con otros ocho asesinatos en Wardak. El misterio que rodea estas muertes es el eje central de un nuevo informe periodístico, que plantea que este tipo de desapariciones y matanzas podrían ser los crímenes de guerra más graves perpetrados por las fuerzas de EE.UU. desde el comienzo de la invasión a Afganistán en el año 2001. Nos acompaña Matthieu Aikins, un galardonado periodista de investigación que trabaja en Kabul y pasó cinco meses investigando estos asesinatos para su artículo “The A-Team killings” (Los asesinatos de la Brigada A), publicado en la revista Rolling Stone.

    JUAN GONZÁLEZ: Ayer, 6 de noviembre, hace un año, decenas de millones de estadounidenses dieron su voto para reelegir a Obama como presidente. Ese mismo día, a miles de kilómetros de distancia, un agricultor afgano de 39 años, llamado Mohammad Qasim, desapareció tras haber sido detenido por las Fuerzas Especiales de Estados Unidos. Nunca se volvió a saber de él.

    Varios meses después de su desaparición, un pastor afgano vió a un perro salvaje removiendo un pozo donde había restos humanos, en las afueras de una base militar utilizada por un equipo de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos conocido como “The A Team” (La Brigada A). Se cree que podría tratarse del agricultor desaparecido. El cuerpo en descomposición fue encontrado unas semanas después de que el gobierno afgano obligara a las Fuerzas Especiales a abandonar dicha base militar, entre denuncias de tortura y asesinatos.

    Enseguida se encontraron otros cuerpos en las inmediaciones de la base, ubicada en la provincia de Wardak, al oeste de Kabul. Según las autoridades afganas, fueron hallados en total diez cuerpos, pertenecientes a hombres afganos que estaban desaparecidos luego de haber sido arrestados por las fuerzas especiales estadounidenses. Además, hay otros ocho afganos que fueron asesinados en operativos de estas fuerzas.

    AMY GOODMAN: La revista Rolling Stone ha publicado un impactante artículo centrado en el misterio que rodea estas muertes, según el cual estas desapariciones y asesinatos podrían estar entre los crímenes de guerra más graves perpetrados por las fuerzas estadounidenses desde la invasión a Afganistán iniciada en el año 2001.

    El pasado miércoles, el Observatorio de Derechos Humanos dijo que cualquier fuerza estadounidense que haya participado o pudiera ser responsable de dichos abusos debería ser procesado penalmente. Hasta el momento, sólo una persona ha sido detenida: un traductor afgano identificado con el nombre de Zikria Kandahari, que había estado trabajando para el equipo A estadounidense, y fue detenido en el mes de julio por el gobierno afgano. Según el artículo de Rolling Stone, el ejército estadounidense abrió una investigación penal sobre estos asesinatos en julio, pero ninguno de los testigos y familiares entrevistados por la revista en Afganistán, durante los cinco meses que llevó la investigación periodística, había sido contactado por los investigadores el ejército estadounidense.

    Para ampliar esta informción nos acompaña Matthieu Aikins, un premiado periodista de investigación asentado en Kabul, Afganistán. Su artículo, recientemente publicado por la revista Rolling Stone, se titula “The A-Team Killings” (Los asesinatos de la Brigada A).

    Bienvenido a Democracy Now!

    MATTHIEU AIKINS: Gracias.

    AMY GOODMAN: Si te parece, comienza por contarnos acerca de los hallazgos de tu investigación.

    MATTHIEU AIKINS: Bueno, básicamente, lo que hicimos fue entrevistar a decenas de testigos, familiares de las víctimas y funcionarios que habían participado en las investigaciones realizadas (investigaciones confidenciales, llevadas a cabo por la ONU y por la Cruz Roja, así como por el gobierno afgano). Y a partir de ahí pudimos dar cuenta de lo que ocurrió en este valle aislado. Porque, bueno, si bien surgieron denuncias fuertes durante varios meses, que generaron mucha polémica y llevaron a la gente local a realizar manifestaciones, en realidad nadie sabía qué era ni a quién respondía esta misteriosa “Brigada A“. Si era de la CIA, si era algún tipo de equipo especial de las Fuerzas Especiales. El ejército había negado —hasta ahora que iniciaron la investigación penal— había negado categóricamente tener cualquier responsabilidad en el hecho.

    Entonces, lo que hicimos fue ordenar todo lo que había sucedido en una línea de tiempo, y así descubrimos de qué se trataba esta brigada. Pudimos establecer de manera concluyente que los hombres desaparecidos habían sido arrestados por las fuerzas militares estadounidenses, en alguna de las redadas masivas que se llevan a cabo frecuentemente en pueblos y aldeas a plena luz del día. Así que ya no se trata de saber quién fue que se los llevó, sino qué fue lo que les sucedió a partir de ahí. Y bueno, al final, hemos logrado identificar concretamente a esta brigada, e incluso hemos podido meternos dentro y entrevistar al traductor, Zikria Kandahar.

    JUAN GONZÁLEZ: Bien, mucho antes de que el ejército estadounidense iniciara su investigación, este tema ya había causado mucha agitación en Afganistán, incluso el Presidente Karzai había llegado al punto de exigir que las tropas estadounidenses abandonaran esa base. ¿Puedes hablarnos sobre eso? ¿Cuándo sucedió?

    MATTHIEU AIKINS: Como tú mencionabas, estos incidentes comenzaron en noviembre y alcanzaron su punto más álgido en febrero, cuando se encontró el cuerpo de un estudiante, llamado Nasratullah, degollado bajo un puente.

    JUAN GONZÁLEZ: Eso fue en febrero de este año.

    MATTHIEU AIKINS: Sí, correcto. O sea, la familia del joven alegó que había sido detenido por las Fuerzas Especiales. Nunca quedó claro qué fue exactamente lo que ocurrió, pero el caso tuvo mucha efervescencia en el escenario político y la prensa local durante un tiempo. Hubo manifestaciones masivas en Wardak. Y Karzai, que ya había ordenado una investigación sobre las denuncias, directamente exigió que las Fuerzas Especiales abandonaran la provincia de Wardak, donde tenían su base, en un pueblo llamado Nerkh. En ese momento, el tema se volvió más conflictivo, entró en crisis. Hubo varias conversaciones entre Karzai y la ISAF, que está liderada por Estados Unidos.

    AMY GOODMAN: ¿Qué es la ISAF?

    MATTHIEU AIKINS: Es la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por su sigla en inglés), la misión militar de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán. Entonces, lo que finalmente ocurrió es que todo esto se transformo en una cuestión de relaciones políticas. Porque en estos momentos, como ustedes saben, las negociaciones entre Estados Unidos y Afganistán acerca del futuro de las fuerzas estadounidenses en Afganistán están trabadas. Y uno de los puntos más difíciles es cuál será la situación legal de de las fuerzas estadounidenses luego de 2014. Estados Unidos insiste en que deben tener inmunidad ante las leyes que rigen para las fuerzas afganas. Y, por supuesto, el gobierno afgano está reticente a aceptar eso. Ahora bien, como también saben, un par de años antes esta misma situación llevó en Irak a la llamada “opción cero”: la retirada repentina de las fuerzas estadounidenses, algo que nadie había anticipado. Y hay cierta especulación acerca de que si no se logra un acuerdo que brinde inmunidad legal a sus fuerzas, entonces Estados Unidos tendrá que sacarlas de allí.

    JUAN GONZÁLEZ: Entonces, las tropas fueron retiradas de esa base en abril, pero fue recién en julio que Estados Unidos inició una investigación formal sobre las denuncias.

    MATTHIEU AIKINS: Sí, así es. Y eso es algo muy inquietante que surge al hacer esta línea de tiempo. Porque mirándolo bien, las primeras denuncias fueron realizadas — y esto ha sido admitido por el ejército estadounidense,— fueron realizadas por una de las víctimas ante un oficial del ejército de Estados Unidos en noviembre, justo cuando estos asesinatos comenzaban. Y sin embargo, aún cuando las denuncias se acumulaban, aún cuando la ONU, la Cruz Roja y el gobierno afgano estaban realizando investigaciones, que encontraban que los testimonios eran creíbles, es decir, que esta brigada estadounidense sí estaba cometiendo crímenes de guerra, y aún cuando comenzaron a aparecer los cuerpos enterrados, en abril y mayo, el ejército de Estados Unidos siguió negando cualquier responsabilidad de su parte, diciendo había tres investigaciones que lo absolvían de cualquier crimen.

    AMY GOODMAN: La persona encargada de prensa de la ISAF, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, nos dijo que no había nadie disponible para venir al programa a dar su opinión sobre tu artículo. Pero sí nos dio la siguiente declaración: “Estamos al tanto del artículo publicado recientemente por la revista Rolling Stone, en el que se repiten denuncias previamente realizadas sobre el personal de la ISAF. Estas denuncias, surgidas de los incidentes sucedidos en Wardak en 2012-13, se han entregado al Comando de Investigación Penal del Ejército de Estados Unidos. Según funcionarios de este Comando, por el momento no se difundirá ninguna información sobre este asunto, para proteger la integridad de la investigación en curso. La ISAF toma seriamente todas las denuncias sobre abusos a detenidos y seguiremos cooperando con el gobierno afgano en cualquier cuestión relacionada con la conducta de las fuerzas de la coalición”. Matt Aikins, ¿cuál es tu respuesta?

    MATTHIEU AIKINS: Bueno, es cierto que entregaron las pruebas al Comando de Investigación Penal del Ejército en julio, y dicen que lo hicieron por una información nueva que habían recibido de la Cruz Roja, —siempre según el ejército estadounidense— que les había dado nueva evidencia y que los llevó a pedir que se abriera esa investigación. Ahora bien, la investigación de la Cruz Roja había sido realizada mucho tiempo antes. Estaba casi finalizada cuando desenterraron los cuerpos, según entiendo a partir de lo que me han dicho funcionarios que conocen bien dicho informe. La Cruz Roja no habla directamente sobre sus investigaciones confidenciales.

    Pero realmente, la pregunta es: ¿Quién más sabía acerca de estos incidentes? ¿Cómo es posible que el nivel superior a esta brigada en la cadena de mando no supiera que se estaban cometiendo crímenes de guerra? Había evidencia grave de crímenes de guerra en la provincia de Wardak. Si no es que lo estaban encubriendo de alguna manera, por lo menos tienen que haber sido intencionalmente ciegos.

    AMY GOODMAN: ¿Y de dónde viene esta “Brigada A”?

    MATTHIEU AIKINS: Es de Fort Bragg, en Carolina del Norte.

    AMY GOODMAN: Continuaremos después del corte. Nos acompaña Matthieu Aikins, autor del artículo “The A-Team Killings (Los asesinatos del Equipo A), recientemente publicado en la revista Rolling Stone. Quédense con nosotros.

    [corte]

    AMY GOODMAN: Estamos en Democracy Now!, democracynow.org El informe de guerra y paz. Somos Amy Goodman y Juan González . Nuestro invitado es Matthieu Aikins. Es un galardonado periodista de investigación asentado en Kabul, Afganistán, que acaba de publicar un artículo en la revista Rolling Stone, titulado “The A-Team Killings (Los asesinatos del Equipo A). ¿Juan?

    JUAN GONZÁLEZ: Matt, nos estabas contando sobre la investigación iniciada ahora por el ejército. Pero hasta donde tú sabes, hasta el momento no han entrevistado a ninguno de los testigos con los que tú hablaste. Así que parecería que se trata casi de una investigación fantasma. ¿Se ha comunicado contigo, por ejemplo, alguien del ejército, preguntándote quizás si puedes darles algunos nombres de las personas que has entrevistado, o cómo podrían contactarse con ellos?

    MATTHIEU AIKINS: Bueno, espero que en algún momento lo hagan, porque hasta ahora no ha sucedido. Es algo desconcertante para mí, que yo haya pasado cinco meses metido en esta investigación, que haya entrevistado a todos estos testigos clave y reunido toda la evidencia fundamental del caso, trabajando por mi cuenta, y que en todo este proceso no me haya cruzado con esta otra investigación que se estaba llevando a cabo. O sea, esto hace que me pregunte si esta investigación se está tomando realmente en serio, si cuenta con los recursos apropiados. Y claramente, hay que tener en cuenta el pobre historial que tiene el ejército estadounidense cuando se trata de investigar denuncias de abuso de detenidos bajo su custodia y otros incidentes de ese tipo, que ya han sucedido en el pasado, y su poca capacidad de llevar a los acusados ante la justicia.

    AMY GOODMAN: Hablemos sobre algunas de las personas asesinadas, cuyos cuerpos fueron encontrados. Uno de los afganos encontrados muertos después de haber sido detenidos por las Fuerzas Especiales de Estados Unidos era un estudiante universitario llamado Nasratullah. Fue en febrero. Su madre recuerda que unos hombres que ella nombra como estadounidenses irrumpieron en su casa, despertándola en medio de la noche. Y cuenta que dos días después gente del pueblo encontró el cuerpo de Nasratullah bajo un puente cercano, ya medio comido por los perros del lugar. Esta es Bibi Shereen.

    BIBI SHEREEN: Se llevaron a mi hijo y luego tiraron su cuerpo bajo un puente en el río. Le habían cortado un dedo. Lo habían golpeado muy duramente. Su cuerpo estaba hinchado por la tortura y fue degollado. ¿Por qué nuestro gobierno no nos escucha? ¿Por qué no impiden que los estadounidenses hagan estas cosas? Yo traté de pararme y hablar con los estadounidenses, pero me empujaron y me golpearon en el pecho con la culata de un arma. Todavía siento dolor aquí donde me golpearon. Me cuesta respirar. Todavía tengo marcas de los golpes que me dieron en el pecho.

    AMY GOODMAN: Matthieu Aikins, ¿puedes hablarnos sobre este caso?

    MATTHIEU AIKINS: Claro. O sea, bueno, es realmente lamentable, ver las condiciones de vida de estas personas. Viven en una inseguridad absoluta, presionados tanto por los grupos insurgentes como por el ejército estadounidense. Y el caso de Nasratullah es uno de los que está menos claro. No tenemos una evidencia concluyente, ya que todo ocurrió durante la noche, y no hubo muchos testigos. Pero hay otros casos, bueno, especialmente estas redadas que se llevaron a cabo a plena luz del día, rodeando pueblos enteros; ahí sí sabemos sin dudas que fue el ejército estadounidense quien se llevó a esas personas.

    AMY GOODMAN: Descríbenos por favor una de esas escenas, como la escena con la que comienzas tu artículo, con dos hombres que están sentados en sus casa.

    MATTHIEU AIKINS: Claro. Este es uno de los incidentes más perturbadores con los que me crucé. En el artículo no pongo su verdadero nombre, le doy el seudónimo de Omar. Entonces, Omar y su vecino, Rahim Gul, un comerciante de 28 años de edad, estaban cavando un poste en el frente de su casa, cuando una bomba casera golpeó a la brigada de las fuerzas especiales estadounidenses, que estaba pasando cerca de su pueblo, Polad Khan. Esto sucedió el 10 de noviembre del año pasado. De repente, Omar y su vecino ven que los estadounidenses vienen hacia ellos por el camino, así que se meten en la casa. Y dos traductores y un estadounidense, un estadounidense con barba, irrumpen en la casa —así me lo relató Omar— comienzan a golpearlos y los arrastran hasta el huerto, donde habían encontrado un cable para detonar la bomba casera. Era en el huerto de al lado, no pertenecía a la casa de ninguno de los dos hombres agredidos.

    Y Omar, mientras uno de los estadounidenses lo sostenía y lo golpeaba, pudo ver como el traductor, este hombre llamado Zikria Kandahari, se llevaba a Rahim Gul a unos 10 pasos de distancia, levantaba la pistola hasta la parte posterior de su cabeza y le disparaba tres tiros, matándolo ahí mismo, frente a los estadounidenses. Omar cuenta que lo siguieron golpeando y se lo llevaron a la base de las Fuerzas Especiales de EE.UU. Estuvo detenido allí durante varios días, lo colgaron, lo golpearon con cables, y fue interrogado por los estadounidenses y por los traductores. Y bueno, él fue el único testigo civil de la ejecución de Rahim Gul con el que hablé, pero otros tres vecinos del mismo pueblo me dijeron que vieron llegar a la brigada de las Fuerzas Especiales estadounidenses y que escucharon disparos provenientes de aquel huerto, y cuando más tarde fueron al lugar, encontraron el cuerpo, acribillado a balazos, tirado entre los manzanos con el cráneo destrozado.

    JUAN GONZÁLEZ: Entonces, ¿qué pasó con el traductor que fue arrestado? Tú te adentraste también en su historia, y encontraste algunas cosas interesantes. ¿Podrías hablarnos sobre eso?

    MATTHIEU AIKINS: Este traductor ha sido una especie de figura misteriosa para mí durante la mayor parte de la investigación. Estaba detenido bajo la custodia del servicio de inteligencia afgano, y se decía que él culpaba a los estadounidenses por las muertes y desapariciones, pero nadie había podido hablar con él directamente. Hasta que en agosto fue trasladado a la principal prisión afgana a la espera de su juicio, y ahí me las arreglé para entrar a verlo. Como se pueden imaginar, fue un encuentro bastante fuera de lo común. Yo entré y luego llegó él, algo alto, más bien desgarbado. Parecía joven, aunque llevaba una barba espesa, y hablaba un inglés muy marcado con la jerga estadounidense que los traductores aprenden estando con los soldados.

    Y él me contó su historia. No admitió su participación en ninguno de los asesinatos, aunque tenemos varios testigos y una gran cantidad de evidencia que sugiere que sí estuvo involucrado. Pero él culpa de todo a los estadounidenses. Me dijo que lo que había sucedido era que el Sargentos de esta “Brigada A” de Boinas Verdes, un equipo de 12 hombres, había sido gravemente herido en un tiroteo a finales de octubre, principios de noviembre.

    AMY GOODMAN: ¿Y cómo se llamaba?

    MATTHIEU AIKINS: Era Jeff Batson. Era el sargento de la AOD 3124, que era esta brigada de Boinas Verdes destinado a Nerkh. Entonces, lo que sucede es que para los Boinas Verdes, el liderazgo se gana con la experiencia, y este hombre era el más experimentado. Lo llamaban el “papá de la brigada”, que es un término muy de los Boinas Verdes, el padre del equipo. Así que el hecho que resultara herido debe haber sido un evento traumático para los Boinas Verdes. Y yo creo que eso fue lo que disparó todos estos incidentes. Al menos eso es lo que dijo Kandahari. Dijo que todos los problemas comenzaron cuando Jeff resultó herido.

    AMY GOODMAN: Porque la brigada ya no tenía su guía y liderazgo.

    MATTHIEU AIKINS: Creo que una persona así, con ese cargo, podría haber ejercido ejercido su liderazgo y autoridad para mantener las cosas bajo control. Eso es lo que me dijeron algunos de los diferentes traductores con los que hablé, que Jeff sabía mantener las cosas bajo control.

    Pero lo interesante es que otro traductor con quien hablé —tampoco uso su nombre real en el artículo, porque aceptó hablar conmigo con la condición de mantener su anonimato— también estuvo con esta brigada en Nerkh, pero cuando estos incidentes ya habían sucedido. Llegó después, cuando Kandahari ya había huido. Y él también había estado con ellos en una misión anterior en la provincia de Uruzgan, en el sur de Afganistán. Él dijo que Zikria, cuyo apodo era Jacob, había matado gente antes, que había matado a otros prisioneros, y en particular, que había matado frente a él a un mulá que había sido detenido en la Base Cobra, en la provincia de Uruzgan, por esta misma “Brigada A”, ODA 3124. Dijo que este hombre llevó al mulá afuera. Se suponía que iba a dejarlo en libertad. La brigada le había dicho que lo liberara y en lugar de eso, le disparó en la cara, en un bazar frente a la base. Y dijo que la Brigada A sabía de eso, que Batson incluso lo regañó, diciéndole “no hagas este tipo de locuras.” Y aún así, siguió siendo parte del equipo, y se le pidió que volviera. Entonces, esto plantea la pregunta de cuántas veces habrán sucedido este tipo de cosas en el pasado.

    JUAN GONZÁLEZ: En tu artículo también hablas sobre la relación entre los traductores afganos y las fuerzas de Estados Unidos, y de esa actitud de hacer la vista gorda que en ocasiones han tenido las fuerzas estadounidenses hacia las atrocidades de los afganos, ¿Podrías contarnos un poco más sobre esto?

    MATTHIEU AIKINS: Sí, bueno, en cuanto a la relación con los traductores, pues, ellos no deberían andar armados. En las unidades comunes del ejército, ellos no portan armas . Pero las fuerzas especiales pueden hacer lo que quieren, entonces dejan que sus traductores lleven armas, les dan armas, y eso como que les da esa arrogancia tan característica de las fuerzas especiales. Ahora bien, lo que sucede en el caso de los traductores, y en general en la relación de las fuerzas estadounidenses con las fuerzas de seguridad afganas, lo que vemos en Afganistán es esta especie de patrón de hacer la vista gorda. Entonces las fuerzas estadounidenses suelen ser tácitamente cómplices de los abusos cometidos por sus aliados afganos, como torturas a personas detenidas y ejecuciones extrajudiciales, que se cometen como parte del trabajo de inteligencia y la represión de la insurgencia. O sea, yo creo que esta situación debe ser comprendida en el contexto de este patrón general.

    AMY GOODMAN: Entonces, cuéntanos cuál es la situación actual. En tu artículo mencionas que a los intérpretes los llaman “Terps”. Y que el ejército estadounidense está tratando de poner distancia con el único hombre que ha sido detenido por este caso, Zikria Kandahari, que ahora está en la cárcel. Pero sin embargo, tú has podido rastrear su relación con estos soldados de la “Brigada A” a través de Facebook.

    MATTHIEU AIKINS: Sí. Algo extraordinario de esta historia es todo lo que realmente pude investigar a través de Facebook. O sea, estos intérpretes afganos y los miembros de las Fuerzas Especiales se han mantenido en contacto entre misión y misión. Se escribían mutuamente en los muros de Facebook, compartían fotos entre sí. Y finalmente, esas fotos me permitieron identificar a varios de los miembros de esta brigada y, como menciono en el artículo, armé una especie de álbum de fotos, como hacen los investigadores de la policía, mezclando imágenes de persona cualquiera con las imágenes de las personas que quieres identificar, para mostrárselas a los testigos y victimas y si los reconocen entre todas esas fotos, significa que realmente los han visto.

    AMY GOODMAN: Y algunas de esas fotos las sacaste de Facebook.

    MATTHIEU AIKINS: Exactamente, sí. Las obtuve todas de Facebook. Entonces, lo interesante aquí es que el ejército estadounidense se ha esforzado por desautorizar a Kandahari. Ellos afirmaron, lo que me parece soprendente, que era un intérprete no remunerado, algo así como un asesino haciendo una pasantía. Y dicen que se escapó el 14 de diciembre, que huyó. Que ellos trataron de llevarlo a la justicia, pero que no sabían nada sobre él. Bueno, yo pude ver en Facebook que en realidad sí se estaban comunicando y bromeando con Kandahar, incluso después de que los cuerpos comenzaron a aparecer, en abril. O sea, algunos de los Boinas Verdes ponían “me gusta” en sus comentarios, le agradecían, compartieron fotos de sí mismos con él, bastante tiempo después de estos incidentes —o al menos las denuncias sobre ellos— salieran a la luz.

    AMY GOODMAN: ¿Y cómo reaccionaron los familiares de las víctimas? Cuéntanos cómo fue el proceso de excavación, cuando se descubrieron los cuerpos afuera de la base militar, cuando la “Brigada A” ya se había ido.

    MATTHIEU AIKINS: Un policía que era medio amigo de algunos intérpretes les había dicho que habían, que podía llegar a haber cuerpos enterrados dentro de la base. De modo que realizaron una petición al Ministerio de Defensa, ya que el ejército afgano se había quedado a cargo de la base, para excavar allí, en el interior. Los funcionarios del Ministerio de Defensa llevaron una excavadora y estuvieron un montón de tiempo haciendo pozos dentro de esta base militar de las Fuerzas Especiales, cuando los estadounidenses ya se habían ido, pero no encontraron nada. Los funcionarios los acusaron de mentir y dijeron que no había ningún cuerpo. Luego, como una semana más tarde, un pastor descubrió restos humanos cerca de la base. Y durante dos meses siguieron apareciendo cadáveres.

    Fue muy triste, porque todas las familias iban al lugar cada vez que se encontraba un cuerpo. Y muchos de estos cuerpos estaban en condiciones terribles. Habían sido quemados, mutilados o parcialmente destruidos, estaban comidos por animales . Y mirando la ropa y los artículos personales que encontraban en los cuerpos, trataban de identificar quién era quién. Esa es una parte del problema que tiene este caso, que como no se hizo ninguna prueba de ADN no podemos estar seguros de la identidad de estos diez cadáveres. Pero a través de la ropa y los efectos personales, las familias pudieron identificar a las víctimas.

    AMY GOODMAN: Y objetos como relojes.

    MATTHIEU AIKINS: Sí, relojes y otros objetos que no son comunes en Afganistán. La gente no tiene muchas posesiones materiales en estos pequeños pueblos agrícolas, de modo que es más fácil identificar a alguien por el reloj que tenían.

    JUAN GONZÁLEZ: Pero es de suponer que el ejército de Estados Unidos tiene la capacidad de realizar esas pruebas de ADN, incluso a esta altura, se podría pensar que querrían hacerlo para establecer científicamente la identidad de esas personas, o al menos tener una mejor idea sobre cómo fueron asesinados o cómo murieron, ¿no es así?

    MATTHIEU AIKINS: Sí, pero el ejército estadounidense no había mostrado ningún interés en hacer eso, hasta ahora. Y tal vez, si realmente van a hacer una investigación como corresponde, entonces definitivamente deberían exhumar los cadáveres, hacer sobre ellos una investigación forense adecuada y hacer pruebas de ADN para establecer científicamente su identidad.

    JUAN GONZÁLEZ: ¿Y qué ha pasado con el intérprete?

    MATTHIEU AIKINS: El intérprete sigue a la espera de su destino.

    JUAN GONZÁLEZ: ¿Todavía sin juicio?

    MATTHIEU AIKINS: Así es. Todavía está en la cárcel en Afganistán. Está acusado de crímenes contra el Estado y de traición a la Patria.

    AMY GOODMAN: La ISAF y la CIA tienen un programa en Conjunto que se llama OMEGA. ¿De qué se trata?

    MATTHIEU AIKINS: Bueno, esto tiene que ver con un contexto más amplio. En el transcurso de mi investigación, he descubierto que las operaciones militares conjuntas entre la ISAF y la CIA se rigen por un programa llamado OMEGA, ¿sí? Entonces, cuando los equipos paramilitares de la CIA salen con las unidades de la ISAF, ya sea que se trate de un apoyo aéreo o de operaciones terrestres conjuntas, están regidas por este programa.

    Ahora bien, a finales de 2011, la ONU lanzó un Informe muy completo sobre la tortura en las cárceles afganas, concluyendo que era una práctica extendida. Y la ISAF, alegando obligaciones legales, dejó de transferir prisioneros a las cárceles afganas donde consideraba que se daban los casos más atroces de tortura. La CIA no. Y de hecho, según ciertas entrevistas y documentos existentes, el año pasado el programa OMEGA se vino abajo por los desacuerdos entre la ISAF y la CIA, porque a la ISAF le preocupaba que la CIA, en estas operaciones conjuntas, terminara enviando personas a alguna de estas seis instalaciones de los CTPT, que son los Equipos de Persecución Antiterroristas de la CIA (CTPT, por su sigla en inglés), entre las que se encuentran algunos de los peores lugares asociados a la tortura, en Kandahar y el infame Departamento 124 en Kabul.

    Así que esto realmente nos muestra cómo las normas con las que operan estas fuerzas especiales, la CIA, son mucho menos estrictas en cuanto a la supervisión y rendición de cuentas. Y eso plantea nuevamente la interesante cuestión de qué pasará después del 2014.

    JUAN GONZÁLEZ: ¿Y cuán difícil fue para tí averiguar, en un período de cinco meses, los pormenores de lo que había pasado con todo esto? Siendo un periodista estadounidense que va a un pequeño pueblo afgano para preguntar sobre lo que han hecho allí los estadounidenses, me imagino que puedes haber encontrado una cierta reticencia de parte de los testigos para hablar contigo.

    AMY GOODMAN: Comienza contándonos tu viaje hasta allí.

    MATTHIEU AIKINS: Bueno, como saben, los incidentes tuvieron lugar a solo media hora en auto de Kabul, en la capital provincial. Pero es como si estuvieras en un mundo diferente allí. Casi nos golpea un camión-bomba que hizo explotar una oficina de inteligencia cercana. Las ventanillas de vidrio estallaron sobre mí, mi traductor y el pobre Omar. Luego, cuando quisimos entrar a la mera zona, tuvimos que ir con un convoy del ejército afgano, porque los talibanes están en el camino. Y fuimos emboscados y nos dispararon y tuvimos que permanecer escondidos en una zanja durante media hora, mientras el ejército afgano se defendía y repelía la emboscada. O sea que es una zona a la que es muy, pero muy difícil de llegar. Y eso es impresionante, porque está justo en las afueras de Kabul.

    JUAN GONZÁLEZ: ¿Y cuál fue la respuesta que recibiste de parte de la gente del pueblo?

    MATTHIEU AIKINS: Bueno, al principio no estaban muy interesados en hablar. Ellos ya habían visto muchos periodistas. En ese momento, los incidentes ya habían pasado hacía varios meses, y no veían cuál era el sentido de hablar conmigo. No tenían ninguna esperanza de que un periodista extranjero pudiera hacer justicia por ellos. Y quizás realmente no pueda. Pero bueno, supongo que finalmente, estando con ellos, pasando cinco meses con ellos, me las arreglé para convencerlos de que cuenten una vez más sus historias, profundizando mucho más en sus relatos esta vez.

    AMY GOODMAN: ¿Y dónde está la “Brigada A” en este momento?

    MATTHIEU AIKINS: Se encuentra en Fort Bragg. Me imagino que probablemente están en una especie de
    cuarentena, mientras se esperan los resultados de la investigación penal.

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